Verás.
Cuando iba los domingos a casa de mi abuela salía de allí como una bola.
Daba igual que tuviera hambre o no.
Daba lo mismo.
Si el plato se quedaba vacío aparecía una cuchara llena de lentejas que lo llenaba como una piscina en verano.
No había opción.
El tema es que si te estoy contando esta historia es porque las mentes funcionan parecidas.
Puedes estar harto de tener pensamientos que te ayudan muy poco a tratarte bien y a ser mejor en tu deporte o en tu vida.
Pero eso a tu mente le da lo mismo porque quiere protegerte.
Quiere que sigas pensando que no puedes si con eso vas a seguir vivo.
Por eso a tu mente le da lo mismo que lo pases mal y que no tomes decisiones que necesitas tomar.
¿Quieres recibir historias que te ayuden a sacarle partido a tu mente?
Escribo con frecuencia (correos) sobre temas que ayudan a entender la mente.
Para vivir y competir como de verdad quieras hacerlo.
Además, en ellos ofrezco mis servicios y si crees que puede ser molesto para ti, mejor que no te apuntes.

Aunque en el fondo te tiene cariño.
No como el de una abuela, pero sí parecido.
Porque al final mi abuela quería que comiese como si fuese a llegar la tercera guerra mundial ese mismo domingo.
Pero en realidad lo hacía porque quería mucho a su nieto.
Y era una manera más que ella tenía de mostrar amor.
O eso quiero pensar.
El caso es que cuando los pensamientos, el rendimiento que ofreces o los sentimientos que tienes no te gustan no puedes irte de la mesa.
No puedes apartar el plato o cambiarlo por algo mejor.
Lo que si puedo decirte es que existe una manera simple de liberarte de todo eso que no pasa por gritarle a tu abuela que estás a punto de reventar y que se meta las lentejas por donde pueda.
Eso no.
Dicho esto.
Te dejo algunas de las cosas que piensan personas que ya están dentro de esta lista.
Aunque no tienes por qué creerlas.
Prefiero que entres y compruebes si te es útil el contenido.
Ya sea para aprovecharte de ello y aplicarlo a tu día a día.
O para insultarme por hacerte perder el tiempo.
Esto último es broma, oh.
Lo que no es broma es que podrás marcharte siempre que quieras si no estás a gusto.





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